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José Luis Aragón Sánchez (Chiclana, 1941), «un virtuoso de la cerámica, con exquisitas vasijas de torno y esmaltes de gran personalidad», como describe Antonio Vivas, ante todo un gran maestro, que ha ido revelando todo su conocimiento -lo que aprendió de Josep Llorens i Artigas en Barcelona, de Pierre Fouquet en París- a innumerables discípulos. Pero también un artista con su innata curiosidad nunca se conformó: habiendo trabajado con Miró, Tàpies y Dalí, no ha dejado de investigar, explorar, innovar con materiales, temperaturas, texturas. «Si el artista hubiera nacido en Grecia, le llamarían Hefesto, maestro del fuego», afirma José Antonio Barberá.
Entre Conil y Chiclana, José Luis Aragón, ha ido incansablemente dando cuenta de su inmenso saber y de su gran capacidad para crear. Esta exposición es solo un testimonio de su indudable perfección y de piezas que ha ido conservando para su coleccion personal. «José Luis Aragón amasa, filtrándolas por un tamiz de experiencias técnicas y culturales de signo internacional, estas calladas pero comunicativas criaturas de su arte cerámico», según Fernando Quiñones. Ese misterio del barro, del torno, del fuego y de la belleza toman forma, por ejemplo, con sus famosos esmaltes rojo sangre de buey y verde celadón.
La larga carrera de José Luis Aragón -en 1966 celebra su primera exposicion individual en Barcelona- está, por supuesto, vinculada a la alfarería, a la que ha querido homenajear en esta muestra, donde no se olvida de la Chiclana de su infancia.