Así empezó todo…
José Marín Verdugo nació en Chiclana en 1903, en una ciudad que apenas se despertaba del mal sueño de la plaga de filoxera que arruinó la economía vitivinícola, la única que entonces la sostenía, junto a las salinas y las huertas. El niño desarrolló tempranamente una gran sensibilidad artística para el dibujo y las manualidades, como demostró en el colegio de los Hermanos de La Salle.
Sus padres, Dionisio Marín y Ana Verdugo, propietarios de una tienda de comestibles y una pequeña bodega, acabaron por ceder, aunque no con agrado, ante la vocación y la voluntad del hijo: “Quiero ser artista”. Con esa intención, apenas con trece años, ingresa en la Academia de Bellas Artes de Cádiz.
Cuatro cursos después, tendrá que regresar a Chiclana para ayudar con el negocio familiar. Marcado sobre todo por el encuentro con uno de sus profesores, el pintor y académico Federico Godoy Castro (Cádiz, 1869-Sevilla, 1939), la pintura, el arte en general, estará siempre en la vida de Pepe Marín, como se le conocía.
El servicio militar en Madrid –con el deslumbramiento del Museo del Prado incluido– va a generar en él nuevas inquietudes, también como forma de hacer frente a sus necesidades económicas. En la Plaza Mayor de Madrid pone a la venta con éxito sus primeras muñecas flamencas, aún muy lejanas a las que le darían fama, pero que le sirvió para vislumbrar que ese era su camino.