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3. SALA “N”: La bodega

Viticultura y vinicultura se unen en su trasfondo familiar y artesanal. Si la viña en Chiclana es aún hoy un vestigio de trabajo manual y tradicional, la bodega no lo es menos, pese a la progresiva introducción de las nuevas tecnologías, como las prensas mecanizadas, los depósitos de acero para fermentación en frío o las plantas de embotellamiento…

Aún así la transformación entre las décadas de 1950 a 1980 fue drástica. Las bodegas eran entonces empresas de las que dependían un gran número de trabajadores (arrumbadores, toneleros, esparteros…) siempre dirigida por la férrea sabiduría de un capataz, oficio que se prolongaba de padres a hijos.

Las bodegas existentes en la actualidad –Primitivo Collantes, Velez, Miguel Guerra, Manuel Aragón, entre ellas– son también herederas de una tradición forjada durante siglos. Son testimonio de una tradición, como el de los viñistas de la Bodega Cooperativa, que ha pasado de generación en generación.

Las bodegas chiclaneras, adscritas al Consejo Regulador Jerez-Xèrés-Sherry, producen, principalmente, fino. Un vino que en Chiclana adopta características propias que lo hacen inconfundible: un vino del mar, de las salinas, de la brisa, del poniente, del sol. Un vino que nace de uvas palominas, de viñistas irreductibles y de bodegas familiares. Un vino que hoy es tradición, calidad y orgullo que sigue siendo abanderado de una ciudad.